Tras descender por uno de los senderos favoritos de Paulo que se parece bastante a una pista de bobsleigh, seguimos rumbo al sur en busca del Pacífico. “Me haría mucha ilusión bajar desde la cumbre más alta, el Cerro Chirripó, hasta la playa. ¡Eso sería un descenso de 3820 metros!” explica Paulo mientras pisa a fondo el acelerador para subir por una pista de arena. La siguiente parada es un lugar increíble: el Valle de Dota, con un río idílico, cabañas de madera y una cantidad increíble de aves. El tucán, con su gigantesco pico, aletea entre los árboles, mientras una nube de colibríes se aleja nerviosa cuando llegamos a la terraza de madera de nuestra cabaña. ¡No hay lugar mejor para un cóctel margarita! Costa Rica también tiene playas en el Caribe, pero las mejores rutas están por esta zona, por eso hemos venido a la costa del Pacífico. Cuando llegamos a Playa Hermosa nos quedamos alucinados: una playa interminable con arena oscura, un par de palmeras, una hamaca, un lugar perfecto para el surf justo enfrente de nuestro hotel ¡y todo para nosotros solos! Y por si fuera poco estar en el paraíso, también tenemos un parque repleto de senderos justo aquí al lado.