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Locos por la carretera—quizás sea esta la mejor manera de definirnos a mí y a Dan, un amigo que es fotógrafo profesional especializado en naturaleza. Los dos vivimos en los Alpes suizos y nos apasiona subir puertos por asfalto. Podíamos subir rampas para desayunar, para almorzar y para cenar, y todavía nos quedaríamos con ganas de más rampas para el postre. Una vez se nos pasó por la cabeza la locura de hacer un viaje juntos en bici de montaña. Siete días por los mejores caminos de Suiza, desde Graubünden hasta Wallis. ¡Seguro que todo iría sobre ruedas! Pues no: Dam se cayó de cara y se rompió varias costillas. Tuve que bajarme de la bici muchas veces. En subidas y bajadas. Está claro que lo nuestro es el asfalto. Bueno, sería más adecuado decir que "era".


El año pasado participé en una carrera transcontinental entre Geraardsbergen (Bélgica) y Estambul (Turquía) sin apoyo. No había una ruta fija, ni tampoco etapas. Solo había cuatro controles en Francia, Italia, Croacia y Montenegro. Entremedias, los 180 participantes podían elegir dónde parar y por qué carreteras ir.

Fue una auténtica aventura que incluía la Strada dell’Assietta, un tramo de tierra obligatorio de 30 km en el Piamonte italiano entre Sestrières y Colle delle Finestre, un lugar famoso gracias al Giro d’Italia.


Fue quizás el mejor y el peor momento de la carrera para mí. El mejor porque era alucinante el paisaje que se veía desde esta carretera entre 2000 y 2500 metros de altitud. El peor porque recorrerlo en una bicicleta de carretera era como participar en un tiroteo armado con un sacacorchos. Reventé varias cámaras en la gravilla y tuve que recorrer los últimos cinco kilómetros a pie para conservar mi última cámara.

Aunque iba a tope para salir de la montaña antes de que cayera la noche, era inevitable detenerse para disfrutar de las vistas. Estaba alucinando. Me prometí a mí mismo que tenía que volver a la Strada dell’Assietta para compartir la increíble belleza del paisaje, pero la próxima vez iría con la bicicleta adecuada. Y la elección adecuada parecía ser una bicicleta gravel.


Este verano surgió la oportunidad perfecta para probar las bicicletas SCOTT Addict Gravel, y no resultó difícil convencer a Dan y a Jacqui para que se vinieran de aventura conmigo al Piamonte. Jacqui va muy bien sobre asfalto (va entre las 20 primeras del exigente tramo del Passo Giau de Strava), pero lo que más le gusta son los caminos de su Columbia Británica natal, en Canadá. Dos monstruos del asfalto y una apasionada de la montaña; teníamos un equipo perfecto para poner a prueba los límites de las bicicletas gravel.

¡Por fin íbamos a recorrer la Strada dell’Assietta como es debido! Mientras planificaba el viaje, descubrí que había muchas carreteras sin asfaltar por la zona, gracias al magnífico blog Cycling Challenge (www.cycling-challenge.com) de Will, un apasionado explorador del ciclismo de montaña. En lugar de pasar un único día disfrutando de la naturaleza, estaba claro que teníamos que dedicar dos días a disfrutar de las bicicletas gravel.



Salimos hacia el Piamonte con el coche cargado de bicis en una calurosa tarde y llegamos al Rifugio delle Rane en el extremo oriental de la Strada dell’Assietta justo a tiempo para cenar al más puro estilo italiano: antipasto, primo piatto, secondo piatto, dolce. Buona notte!

A la mañana siguiente, salimos bien temprano para recorrer el primer tramo de la Strada dell’Assietta en ascenso a Alpe Assietta. Recorrer la montaña en solitario mientras amanece es una sensación mágica, y este tramo era el terreno perfecto para nuestras bicicletas gravel, más ligeras y más rápidas que las de montaña, pero mucho más cómodas que las de carretera con sus cubiertas de 35 mm. El viaje no podría haber comenzado mejor.


Seguimos un tramo llano corto, y salimos de la Strada dell’Assietta en Col Blegier para bajar a Salbertrand atravesando el Parco Naturale Gran Bosco. El primer tramo es bastante irregular, estábamos deseando llegar a la parte final, donde según Will el terreno era tan « suave como Wimbledon ». Es posible que fuera así cuando él subió por el mismo camino en una bicicleta de montaña pero a nosotros no nos lo pareció. 1500 m de descenso en un camino irregular para 4x4 con más de 40 curvas de horquilla era una prueba exigente para las bicis, y para nuestros cuerpos. Y los dos aguantamos bien. El ciclismo de montaña debe de haber sido algo por el estilo en la década de los 80, antes de que aparecieran las suspensiones.

Hacía mucho calor en el valle de Susa y disfrutamos de un merecidísimo plato de pasta en Exiles, antes de concluir la ruta. Pero todo lo que baja tiene que subir: y teníamos que ascender al Colle delle Finestre (2176 m) para volver al Rifugio. Con 19 km de recorrido, una pendiente media del 9 % y una sucesión interminable de curvas de horquilla, este ascenso es todo un clásico, uno de los más exigentes de los Alpes que ya figuró en el Giro d’Italia en 2005, 2011, y 2015. Y también es un terreno perfecto para poner a prueba las bicicletas gravel, ya que los últimos ocho kilómetros están sin asfaltar.


No vimos casi a nadie en este ascenso de 1700 m. Estábamos cansados, pero las bicicletas iban perfectamente tanto en asfalto como en tierra. Quizás esto sea lo más sorprendente de las bicicletas gravel: no son nada lentas en carretera. Las cubiertas anchas y la baja presión de inflado proporcionan una magnífica comodidad sin renunciar a la velocidad. Aunque no parezca la alternativa más obvia, investigadores y ciclistas profesionales utilizan cada vez más cubiertas de 28 mm, y no solo en los adoquines de Flandes.

Dan y yo nos dimos un golpe en la misma curva justo antes de la cima, y fue una alegría llegar al Rifugio de Pian dell’Alpe después de una jornada extraordinaria: 74 km, 40 de ellos sobre tierra, 2440 m de ascenso y más de 100 curvas de horquilla.


El segundo día teníamos previsto explorar la Strada Militare Colle Finestre y Gran Serin. Se trata de un camino militar abandonado. Mide 15 km y va por encima de la Strada dell’Assietta hasta una altura de 2800 m desde el Rifugio delle Rane a 1900 m. El camino es muy empinado desde el principio hasta el final. Una vez más, descubrimos los límites de las bicicletas y fuimos un poquito más allá. Tuvimos que recorrer un tramo a pie, y a veces nos costaba trabajo mantener el equilibrio. Pero nos encantó la grandiosidad del paisaje y la sensación de lejanía de la Strada Militare, sin duda el momento más bonito del viaje.



Tras descansar un rato en Forte Gran Serin, una fortaleza de finales del XIX, bajamos hasta el Colle dell’Assietta, donde sufrí el único pinchazo de todo el viaje. Las vistas de la arista de Sestrières tuvieron entretenidos a Jacqui y Dan mientras yo me dedicaba a arreglar la rueda.


Polenta con salchicha: en eso consistió nuestro almuerzo en el Rifugio Assietta, antes de afrontar el último tramo de la Strada en una sucesión de puertos más bien bajitos: Colle Lauson (2490 m), Colle Blegier (2381 m), Colle Costa Piana (2313 m), Colle Bourget (2299 m) y Colle Basset (2424 m). 20 km de recorrido espectacular por tierra hasta Sestrières, una estación de esquí peculiar y fea construida en la década de 1930 por la poderosa familia Agnelli, propietarios de Fiat. Ahí volvimos al asfalto para bajar al valle de Chisone y luego subimos al Rifugio delle Rane por la cara Sur del Colle delle Finestre. El segundo día recorrimos 65 km, 40 de ellos sobre tierra, con 1950 m de ascenso; suficiente para disfrutar de una generosa cena a la italiana. Pasamos una noche más en Assietta antes de volver a la civilización a la mañana siguiente, con la hermosa sensación de haber vivido una grandiosa aventura en las montañas del Piamonte.


En conclusión: ¿son las bicicletas gravel una moda pasajera, o una innovación que va a cuajar? No conozco a fondo la industria, pero soy usuario de bicicletas de carretera, y veo las claras ventajas que ofrece este tipo de bicicleta.

Por supuesto, una bicicleta de carretera también sirve para rodar por tierra. Es algo que yo mismo he hecho muchas veces, no solo durante la Transcontinental. Pero está claro que las cubiertas anchas y la baja presión de inflado contribuyen a un mayor confort. Hay lugares donde iría pegando saltos en una bicicleta de carretera, pero que son perfectos para rodar cómodamente en una gravel. Las cubiertas amplias y con relieve ofrecen más tracción también si el terreno es empinado o irregular, o cuando es ambas cosas a la vez. Y los frenos de disco son imprescindibles para los descensos.



Además, ahora que las carreteras asfaltadas cada vez soportan más tráfico, los ciclistas de carretera buscan nuevos territorios más tranquilos. “Últimamente (…) se ven cada vez más conductores pendientes del teléfono móvil, ya me he salvado por los pelos varias veces, hasta que un día me atropelló un coche. No fue nada grave, pero sí lo suficiente para que ya no vaya tranquilo” escribe Dan en su sitio web, www.alpsinsight.com. Los caminos de tierra son una alternativa segura y divertida.

Además, como ya hemos visto, las bicicletas gravel también van muy bien en carreteras asfaltadas, son cómodas y seguras.


Si solo pudiera tener una bicicleta, sería una gravel.



Texto: Alain Rumpf | Fotos: Dan Patitucci