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Fotografiar fiordos a bordo de una MTB

A principios de 2016, cuando Mattias (Fredriksson) me llamó por teléfono, se notaba que estaba de lo más animado. Tenía una idea para las fotos de nuestro próximo catálogo, y muy buenos argumentos: los fiordos, la misteriosa luz eterna de Escandinavia y rutas relativamente desconocidas entre los ciclistas de montaña... No le costó mucho trabajo convencerme.

Una vez que decidimos dónde haríamos las fotos, empezamos a pensar en qué riders nos gustaría incluir en el catálogo. Bastaron unos cuantos mensajes de correo electrónico y llamadas telefónicas para reunir un equipo internacional de riders de Canadá, Suecia y Alemania. El equipo formado por Kevin Landry, Karen Eller, Janne Tjärnström, Jenny Liljegren, el fotógrafo Mattias Fredriksson y nuestro camarógrafo francés Gaëtan Rey estaba listo para capturar las regiones de Sunnmøre y Nordfjord.


Los suecos tenían por medio un viaje de 10 horas en coche desde Åre a Stranda, mientras que el resto volamos a Ålesund. Nuestro guía, Oscar Almgren de la empresa Uteguiden, vino a recogernos y 2 horas después ya nos encontrábamos en el Stranda Hotel, nuestro “campamento base” para la semana. Una noche de sueño reparador, y ya estábamos listos para empezar el reportaje fotográfico a la mañana siguiente.



Día 1

Preparamos las bicis listas para rodar, nos ajustamos el equipo, envolvemos unos bocadillos (como sucede en tantas sesiones fotográficas y en rutas en bicicletas, no hay muchos sitios donde den de comer en el campo) y nos dirigimos hacia Lievarden, una montaña preciosa a pocos kilómetros de Stranda. Esta ruta es muy popular entre los senderistas y corredores de trail gracias a sus espectaculares vistas sobre el fiordo y su cercanía a la ciudad. La “ruta” empieza con un sendero estrecho que incluye tramos técnicos muy empinados, intercalados con otros sectores más sencillos, y en todo momento con vistas espectaculares. Es una zona increíble para tomar fotos, pero antes de disfrutar del descenso había que subir hasta la cumbre. Esto es algo que aprendimos desde el primer día en Noruega: los descensos suelen empezar con un ascenso. Empezamos la jornada con un recorrido mixto a pie y en bicicleta hasta la cima, no nos olvidamos de firmar en el libro de invitados una vez allí arriba, y enseguida todos estábamos listos para la primera sesión.


Día 2

El tiempo cambió de repente, y tuvimos que cambiar de planes. Hablamos entre todos y decidimos subir a un ferry para subir en bici al Liahornet, otra de las numerosas cumbres de la región de Sunnmøre.



Empezamos por un camino de tierra en buen estado que nos llevó hasta un sendero; una vez más, la bicicleta alternó entre el suelo y nuestros hombros. Mientras pedaleábamos hacia la cumbre, vimos la estrecha relación entre el esquí de travesía y este estilo de MTB tan peculiar de Noruega. La mayoría de los ciclistas noruegos también practican el esquí, y esta forma de montar parece inspirarse en el esquí de fondo, con ascensos largos y en ocasiones también trayectos largos a pie. Lo importante es llegar a la cumbre, por muy difícil que resulte. La fiesta comienza cuando llegas a la cima. Ese día atravesamos diferentes tipos de terrenos en el descenso: tramos salvajes y senderos medio perdidos donde no sabíamos si bajarnos de la bici o seguir intentando avanzar, disfrutando del momento entre majestuosos abedules escandinavos y las preciosas cabañas de madera típicas de Noruega conocidas como Såtra.


“Al viajar, siempre hay que dejar lugar a la sorpresa y la improvisación. En la mañana del tercer día, mi amigo Tennyson me envió un mensaje desde casa, en la Columbia Británica (Canadá). Torstein Engeset, un amigo de la infancia, vivía en Stranda, y Tennyson nos animó a que nos pasáramos a saludarlo.” — Kevin Landry


Día 3

Tras dos largos días de sesiones fotográficas (esa es la ventaja de los días de verano tan largos que hay en el Norte), decidimos tomarnos las cosas con más tranquilidad. Pasamos la mañana en un lugar idílico, de foto de postal, rodeados de casitas típicas noruegas, antes de dirigirnos a la granja de la familia de Torstein, Solgen Mat, para disfrutar de una especialidad noruega, Fenalår (jamón de oveja) y cerveza casera. Fue una sorpresa disfrutar de una tarde así, y el equipo estaba encantado de poder recuperar energías antes de continuar con las sesiones fotográficas.

¡Muchas gracias a Torstein y a la familia Engeset por un día tan especial!


Día 4

A pesar de que el mal tiempo no estaba colaborando, no teníamos todo el tiempo que hubiéramos querido y todavía nos quedaban sitios por explorar y fotos por tomar. Así que decidimos irnos de Sunnmøre y dirigirnos a la región de Nordfjord. Unas cuantas horas y un par de paseos en ferry más tarde, nos encontrábamos en la carretera a Gloppen/Haugsvarden, y estaba claro que no estábamos solos. Compartíamos la carretera con ovejas y vacas, y tuvimos que prestar la máxima atención al volante. Los que no iban conduciendo tenían tiempo para disfrutar del paisaje y escuchar a nuestro guía Oscar.

Conoce a fondo la zona y las montañas. Nos contó que en Gloppen hay comunidades de ciclistas que se dedican a construir rutas oficiales para ciclismo. Nos moríamos de ganas por descubrir los nuevos trazados y, una vez más, se nos olvidó que después de un descenso toca volver a subir. La cima ofrecía una vista espléndida de los fiordos a nuestros pies, y tuvimos la suerte de poder fotografiarlos justo antes de vernos rodeados por una niebla espesa. El resto del día lo dedicamos a seguir disfrutando del bosque y del terreno de margas.


Día 5:

En nuestro último día en Noruega, optamos por un recorrido clásico de la zona, la antigua ruta del correo: Den Trondhjemske Postvei. Nos disponíamos a recorrer un tramo de una ruta de 700 km desde Bergen a Trondheim que se construyó en 1785 para garantizar el servicio postal en la zona. Empezamos el ascenso suave por un camino de tierra que al poco tiempo se convirtió en un sendero precioso y antiguo que seguía ascendiendo en zigzag hasta lo alto de un puerto de montaña. Si estás fuerte y tienes buena técnica, puedes llegar casi hasta la cima sin bajarte de la bici. En la explanada de la cima hicimos la sesión final, disfrutamos de las impresionantes vistas de la boca del famosísimo Geirangerfjord y su desfile incesante de buques de crucero.

Tras cinco días sin parar de fotografiar, y para alivio de todos, nuestro intrépido líder Mattias decidió que el descenso sería sin fotografías.  Y justo en ese momento se lanzó montaña abajo: ¡había empezado la persecución! Disfrutamos a tope del descenso, recortamos por atajos, derrapamos en los giros, nos adelantamos por donde quisimos y no se nos borró la sonrisa de la cara. Íbamos todos aullando y gritando en un descenso que fue una auténtica fiesta.


Recorrer los fiordos noruegos en una bicicleta de montaña no es una salida con la bici “típica” (o por lo menos no era algo a lo que estuviéramos acostumbrados). Pero si te gusta descubrir y no te asusta el reto de llegar a lo más alto, está claro que el esfuerzo de pedalear y transportar la bici va a merecer la pena. Además de todas las espléndidas fotos, descubrirás una naturaleza salvaje y espectacular, senderos increíbles y una cultura inolvidable. No te equivoques: Noruega merece la pena.


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Texto: Sarah Merminod, Kevin Landry | Fotografía: Mattias Fredriksson | Vídeo: Gaëtan Rey

Nuestro agradecimiento especial a: Fjord Norway y Uteguiden por su magnífico apoyo