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Cuando llega el verano, nos enfrentamos siempre al mismo problema: ¿adónde puedo ir de vacaciones con la familia para que todos nos lo pasemos bien?
A Lois le gusta el bike park y dar saltos, Leni prefiere las rutas de enduro, Karen una experiencia alpina en altitud… ¿y Holger? A Holger lo que le pide el cuerpo es hacer surf. Nuestros amigos nos han recomendado Valais, en Suiza. ¡Y allí que nos fuimos! Y no nos defraudó.
Leni, Lois, Karen y yo empezamos nuestra ruta en la parte oriental del cantón suizo de Valais. Vivimos en Alemania, a seis horas en coche. Aquí se habla francés y alemán, o, al menos, una cosa que se parece al alemán: el alemán suizo. Pero si hablas alemán, te apañarás bien. El valle de Lötschental es un lugar salvaje rodeado de glaciares. Esta región se conoce como "El Valle Mágico" y acogió el campeonato suizo de enduro en 2020, así que no nos faltarán oportunidades para descubrir rutas interesantes.
Este es Thomas, nuestro guía. Es guía de ciclismo de la zona y apasionado del enduro. Forma parte del comité organizador de la carrera de enduro y representa el ciclismo de montaña en el valle.
Hemos quedado con él en la estación base de Lauchernalp. Aquí nos subimos a un teleférico que nos lleva al altiplano. El transporte nos lleva con la bicicleta hasta donde comienza la estación de esquí. Ahora toca pedalear. Atravesamos un pueblo en cuesta entre quejas y protestas de los niños.
Lois tiene 12 años y no le gusta nada pedalear, pero le encanta un buen bike park y rodar rápido a su aire.
Leni tiene 16 años y no le importa pedalear un rato si al final de la cuesta el premio es un buen descenso por senderos.
Subimos hasta el comienzo de la pista rodeados de cabañas de madera. El paisaje es impresionante, y los glaciares muestran su hielo resplandeciente en una mañana preciosa de sol. Es lo que esperarías encontrar en una postal de Suiza de los años 70.
Da la impresión de que el tiempo se ha detenido aquí en el valle de Lötschental. Es un lugar muy tranquilo, sin turismo de masas. Al final del pueblo comienza una ruta con vistas panorámicas. Una vez que se abre el paisaje, podemos contemplar el Breithorn.
Thomas está enamorado de su tierra, sobre todo de los caminos y senderos. Nos enseña diferentes trazadas en el primer descenso. El sendero recorre prados alpinos antes de llegar a un tramo empinado de bosque con mucha piedra. Es una parte más técnica, pero muy disfrutona. A Lois le gusta escoger entre varias trazadas. Nuestro pequeño por fin sonríe y ya se ha olvidado del ascenso que tuvo que hacer al bajarse del teleférico.
De vuelta a Wiler, el pueblo más grande del valle, volvemos a volar en el teleférico. Desde aquí se ven a vista de pájaro los senderos que recorren el bosque de alerces que hay bajo nuestros pies. Pero Thomas gesticula para decirnos que eso no es nada, y que tiene pensado algo mucho más interesante para nosotros. Esta vez recorremos un sendero de montaña precioso en un día de sol, pero en otra dirección. Por fortuna, el primer tramo es llano, y no se oyen quejas. Pero el perfil de la ruta cambia hasta convertirse en una pista de cross-country con ascensos y descensos constantes muy divertidos. A mitad de la jornada, los ciclistas están encantados. Para que no decaiga el ánimo, paramos a almorzar un buen trozo de queso de la zona de Valais en Kummenalp rodeados de un paisaje increíble.
Desde aquí solo hay que subir unos metros antes de llegar al punto de partida de la siguiente etapa de enduro, donde volvemos a disfrutar de los descensos. Las curvas son de 180 grados y poco a poco bajamos hasta la línea de bosque. “También se puede conectar con el valle del Ródano, si queréis seguir la ruta hacia Jeizinen”, comenta Thomas. No, gracias, es mejor bajar ya.
Verbier es una estación de esquí de la zona occidental de Valais con una reputación excelente como destino de ciclismo. Todo el glamur y el lujo del invierno desaparecen de la escena en verano. La comunidad ha invertido en un bike park bastante grande, donde se celebra uno de los mayores festivales del mundo dedicado a la bicicleta eléctrica. Conocemos a Trifon, nuestro guía, jefe del diseño del Bikepark Verbier, le encanta el enduro y, por supuesto, habla francés. Trifon tiene un plan estupendo para hoy, y nos lo explica en inglés. ¡Estupendo!
El día comienza con un descenso vertiginoso por un sendero hasta el fondo del Val de Bagnes. Una vez en el valle, en el pueblo de Le Châble, nos subimos al PostBus. En Suiza se puede utilizar el sistema público de autobuses para subir a la montaña con la bici.
Bruson es una estación de esquí pequeña que tiene conexión con teleférico para llegar a Verbier (pasando por Le Châble) desde hace poco. Este remonte está cerrado en verano, así que toca pedalear desde Bruson, donde nos deja el PostBus. Los recorridos que rodean el Col de Mille son increíbles. El terreno se compone de giros cerrados y tramos muy rápidos. El descenso es largo y con muchas raíces, de manera que tenemos que pararnos a descansar de vez en cuando. Trifon sabe que nos queda un día largo por delante, así que nos lo tomamos con calma.
De vuelta a Le Châble, nos tomamos un bocadillo antes de subir al teleférico para volver a Verbier. Trifon quiere enseñarnos su bike park esta tarde.
Empezamos con la pista azul, divertida, para toda la familia, con muchos giros y saltos. Por supuesto, los niños están deseosos de llegar a la pista especial para saltos. Hay tramos técnicos por bosque, para todos los gustos. ¡Menudo día echamos!
Al día siguiente nos espera Jess. Jess es una holandesa que lleva años viviendo en Verbier y, junto con su marido, lleva una pensión pequeña donde acogen a los ciclistas. Nos enseña el bike park, La Tzoumaz, que está al otro lado del puerto de montaña de Verbier. En esta zona encontramos la ruta de trazado más fluido de la zona, diseñada por Trifon. A mí no me llaman tanto la atención este tipo de senderos, pero este es como una montaña rusa. Los niños van gritando, Karen ríe a carcajadas y, tengo que reconocerlo, la verdad es que yo también me divertí.
Los niños preguntan si pueden repetir. Lo siento, chicos, pero hoy no. Todavía nos queda mucho, porque tenemos que ir al otro lado de la montaña a tiempo de subir al último remonte y luego ir en bicicleta hasta el lugar donde vamos a pasar la noche, Cabane du Mont-Fort. Nos subimos al último teleférico, llegamos a lo alto mientras el sol se pone y el paisaje está precioso, bañado de una luz naranja.
Roquedales abruptos y vegetación frondosa. Esta ruta son solo lajas de roca, sin árboles. Al final del sendero, vemos el refugio de montaña en el horizonte. Está situado en un promontorio, como una fortaleza, por encima del bike park, con vistas al valle y brindándonos protección frente a los míticos gigantes de la montaña.
Situado a casi 2500 metros de altitud, pasar una noche en el refugio de Cabane Mont-Fort es una experiencia especial. Huyes del ajetreo del bike park y puedes disfrutar de paisajes de montañas grandiosas, con cimas como el Grand Combin (4314 m). Cenamos una típica fondue de queso antes de pasar una sobremesa estupenda donde Jess nos demuestra su talento jugando al Uno. Nos lo pasamos muy bien, el tiempo pasa volando aquí arriba.
A la mañana siguiente, contemplamos el amanecer y nos subimos a la bici después de desayunar para bajar por un sendero largo que nos regala vistas a la cumbre nevada del Grand Combin. De repente, te sientes diminuto, insignificante, con tu bicicleta rodeado de todos esos gigantes. Ese mismo día bajamos al valle del Ródano hasta Sion. Por todas partes hay puestos de venta de albaricoques y los viñedos reflejan el clima privilegiado de la zona de Valais. Esas 2000 horas de sol año dicen mucho de esta región.
Habíamos reservado para una sesión de surf en Alaïa Bay Wavegarden, y poco tiempo después nos encontrábamos frente a una gigantesca piscina de aguas turquesa con olas artificiales. Han puesto olas tamaño “Waikiki” y muchos surfistas van paleando con los brazos para cabalgar sobre las olas. Lois está emocionado. Leni está motivada a tope porque por fin puede presumir de todo lo que aprendió el verano pasado en Francia en un campamento de surf. Karen y Leni surfean en posición “regular”, es decir, con el pie izquierdo delante. A ellas les viene mejor la ola de la parte derecha de la piscina. En cambio, Lois y yo vamos en posición “goofy”, con el pie derecho por delante, y por eso elegimos el lado izquierdo de la piscina. Nos entregan los neoprenos y las tablas en la recepción, y nuestro instructor Gian nos da la primera clase teórica. Un cuarto de hora después, nos dirigimos a la piscina. La primera ola me llevó por delante y descubrí que no era tan fácil como yo creía. Pero tras unos cuantos intentos, Lois y yo dominamos una ola al estilo Malibu Longboard hasta la misma orilla.
Es una sensación especial cabalgar sobre las olas rodeados de las mismas montañas gigantescas que esta misma mañana recorríamos en bicicleta. El día termina con cerveza, hamburguesas y música en vivo al atardecer mientras vemos a los surfistas desde la terraza. Todo el mundo está contento, y de eso se trata en vacaciones.
