Cuando todo el mundo ha subido, Nelito saca unas cañas de pescar y nos dice que tenemos una hora para capturar la cena. "Naturaleza salvaje" no alcanza a describir el amplio espacio que se extiende ante nosotros cuando salimos del refugio de la bahía y nos adentramos en mar abierto.
Karen está aterrorizada; siento la fuerte presión de su mano mientras mira a su alrededor con ojos muy abiertos. Las olas son muy altas, y la barca muy pequeña. Pero Nelito, el pescador, parece tenerlo todo controlado.
Como surfista experimentado, conoce cada bahía y hasta el nombre de cada ola. Una hora más tarde entra con la barca, y con nosotros sanos y salvos, en la bahía de Tarrafal. No conseguimos pescar nada; la travesía nos mantuvo demasiado agitados para ocuparnos de otra cosa. Pero, como regalo de despedida, Nelito nos entrega un pez enorme que había pescado antes al salir. ¡Un apetitoso pescado a la brasa para la cena!