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Mike Horn Pole 2 Pole Expedition

Hace poco tuvimos ocasión de ponernos al día con Mike Horn, unos meses después de su travesía de la Antártida. Mike es un aventurero único que ha vivido experiencias increíbles, y aprovechamos esta oportunidad para hablar con él y que nos contara algo más.


Hola Mike, ¿qué tal andas hoy? ¿En qué estás pensando? ¿Te sientes “Superman”después de esta travesía?

Cuando lo piensas bien, tienes la sensación de que eres muy pequeño. Te sientes muy poca cosa, la verdad es que en un determinado momento tuve un 100 % de suerte; así de sencillo. Podía haber pasado cualquier cosa. El rescate era imposible. Podía haberme partido una pierna en mitad de la Antártida cada vez que me enfrenté a vientos feroces y a las grietas del hielo. Pero tuve suerte, la verdad.

Hay veces que uno es el causante de su buena suerte, y cuanto más haces, más suerte tienes. Ahora que vuelvo a sentarme en el barco después de la Antártida y me estoy tomando una cerveza, pienso en lo que he hecho y me doy cuenta de que después de todo lo vivido no tengo los conocimientos necesarios para volver a hacerlo. Es una experiencia que te abre los ojos; recuerdo cuando estaba en Suiza y pensé en cruzar la Antártida, ¿por qué no? Tengo los conocimientos y la experiencia necesarios, así que me lanzo y lo hago, pero resulta que al final me doy cuenta de que en realidad no tenía ni el conocimiento ni la experiencia.

Creo que nadie tendrá jamás todo el conocimiento y la experiencia necesarios para cruzar la Antártida. Porque es un lugar muy inhóspito y muy alejado de todo. Si necesitas un rescate, el avión necesita recorrer más de 5000 km y encontrar un lugar para aterrizar, porque no hay pista de aterrizaje. ¡El acceso a este continente es complicadísimo!


Vientos extremos (Pole2Pole)


Tras cruzar la Antártida y volver a la civilización, ¿qué es lo primero que hiciste para divertirte o para relajarte?

Lo primero que fui capaz de hacer fue sentarme, relajarme y pensar en lo que había conseguido. Me di cuenta de lo que había hecho; no solo era una carrera contra el reloj, sino además una carrera para seguir vivo. Por desgracia, decidí llegar en velero y tardé más de lo previsto, no me quedó mucho tiempo para realizar la travesía en verano.

Era ante todo una carrera contra el reloj, y tenía que levantarme y echar a andar por muy mal tiempo que hiciera. No me pude tomar ningún día de descanso aunque lo necesitara. Tuve que comer mientras avanzaba, porque tenía 60 días para hacer una ruta que se suponía que era de 90 días.

La Antártida es el mayor continente del mundo con 5100 km de hielo y una altitud de hasta 3800 m; las temperaturas pueden bajar hasta los -70° ºC, es un lugar absolutamente inhóspito. Es una satisfacción volver y poder reflexionar acerca de lo que he hecho.



¿Qué hiciste después de la Antártida, adónde te dirigiste?

Después de la Antártida me fui a Hobart, en Tasmania, y desde ahí navegué a Nueva Zelanda para continuar con mi expedición en la zona de los fiordos. Crucé los Alpes del Sur y subí al Monte Cook. Después recorrí las montañas del valle de Rees en la cordillera de Earnslaw, un recorrido bastante técnico. 

Quería hacer esa ruta para prepararme de cara a la siguiente parte de la expedición, que me llevará a la India para intentar coronar dos de las cumbres vírgenes más altas del planeta. Me vino bien subir algunos picos porque la Antártida es plana, sin vegetación ni vida, mientras que Nueva Zelanda es justamente lo contrario. Pasé mucho tiempo en Nueva Zelanda por el gusto de salir a experimentar cosas que prácticamente había olvidado que existían mientras estaba en la Antártida.


Mike Horn explora la espectacular Isla Sur de Nueva Zelanda.


Tu expedición Pole2Pole se vio interrumpida con otros proyectos, ¿nos podrías contar un poco en qué consistieron esos proyectos?

La expedición Pole2Pole tiene tantas facetas diferentes que es difícil seguir avanzando en otros campos. Son proyectos medioambientales muy importantes, especialmente en la zona de Australia y la Gran Barrera de Coral. Suelo hacer proyectos de limpieza de playas y mares en todo el mundo con ayuda de jóvenes exploradores.

Pero tengo que ganarme la vida, y para eso participo en programas de TV donde llevo a personas famosas a diferentes entornos naturales para enseñarles supervivencia. Son programas que han funcionado bastante bien y son bastante conocidos; así es cómo financio la mayoría de mis expediciones en la actualidad. Como ya sabéis, cada vez es más difícil encontrar patrocinadores, así que hay que buscar financiación alternativa. Y si la televisión me brinda la oportunidad de conseguir financiación, tengo que dejar tiempo para la televisión.

Son proyectos relativamente cortos, suelen durar una semana más o menos, y así me queda tiempo para salir y seguir explorando. Tengo previsto ir a Papúa Nueva Guinea para cruzar las islas en un medio de transporte tradicional: pienso construirme una canoa de madera y remar como los papuanos hicieron para desplazarse por Nueva Guinea y por las islas de la zona. También me dedicaré un poco a la supervivencia en la selva. También veremos el impacto que los humanos han tenido en Papúa Nueva Guinea, un país que está bastante bien protegido, a pesar de que sigue habiendo mucha gente interesada en explotar sus recursos.

Seguidamente iré a Indonesia, en el Sureste asiático y subiré hacia el Norte hasta el Himalaya por la frontera entre Nepal y la India. El año que viene, entre marzo y abril, intentaré conquistar dos cumbres vírgenes de casi 8000 m de altura. Son ascensiones un poco más técnicas, muy empinadas y con una mezcla de roca e hielo. Sin embargo, será más fácil aclimatarme gracias a que la altitud es inferior.

Desde la India pienso ir a Kamchatka, en Rusia, para cruzar sus volcanes antes de navegar por el estrecho de Bering. 

Para terminar, quiero atravesar el Polo Norte desde la punta meridional de Groenlandia. Después de la experiencia que he adquirido en la travesía de la Antártida, creo que tengo buenas opciones de cruzar el Ártico. Después del éxito de la Antártida me siento motivado e inspirado para terminar el resto de la expedición Pole2Pole.


¿Dónde está el Pangaea [el velero de Mike Horn] en este momento?

Acabo de cruzar el mar de Tasmania, ha sido una travesía complicada. Aquí abajo es invierno y tenemos los temibles Roaring Forties (vientos fortísimos de’poniente que se dan en el hemisferio Sur), hace bastante frío, nieva y hace un tiempo horrendo.

Ahora mismo estamos en Sídney, aquí hace un poco menos frío. Me ha dado pena irme de Nueva Zelanda, para mí ya es como si fuera mi casa. Es un país que tiene muchísimo que ofrecer para los amantes de la naturaleza, es excelente para practicar piragüismo, escalada, senderismo y ciclismo. Es probablemente uno de los lugares más bonitos para un aventurero que quiera hacer muchas actividades diferentes en muy poco tiempo. Si tengo que pensar en un país perfecto para vivir la aventura, ese país es Nueva Zelanda. 

Ahora estamos en Australia, para ir al desierto de Simpson a rodar un programa de supervivencia. Espero trabajar codo con codo con los indígenas y adquirir sus conocimientos y su experiencia en técnicas de supervivencia. Tenemos mucho que aprender de los habitantes de esa zona. Las técnicas de supervivencia de los bosquimanos del desierto de Namibia son diferentes a las que utilizan los maoríes de Nueva Zelanda. ¡Y yo quiero aprenderlas todas!



¿Tienes ya pensadas otras aventuras para después de la expedición Pole2Pole?

Siempre hay cosas nuevas que hacer. El único problema es encontrar tiempo. Hay un par de expediciones por montaña que me encantaría hacer, sobre todo en zonas con montañas vírgenes de poca altitud que presenten mayores exigencias técnicas. Me gustaría usar más los esquís en los ascensos; descender una cumbre virgen esquiando siempre es un reto.

Lo habitual es seguir rutas de montaña o subir a cimas que ya han coronado muchas otras personas, pero yo estoy ya un poco harto de tanta montaña “con sobrepoblación”. Esto pasa en particular con los ochomiles. Hay por ahí varios picos de 6000 o 7000 metros que me gustaría explorar. 

Me gustaría dedicar un año a recorrer el Himalaya, el Hindu Kush y la cordillera del Karakórum. Así podría pasar de una cordillera a la siguiente en función de como viniera el monzón. Con esta aventura podría pasar mucho tiempo en solitario para pensar en lo que me gustaría hacer después. Pero la vida siempre te da sorpresas, y primero tengo que cruzar el Polo Norte. Vamos a ver qué nos depara el futuro: si tengo la suerte de sobrevivir, quizás dedique más tiempo a la montaña. 



¿Cuál será tu mayor reto en el Polo Norte?

El calentamiento del planeta presenta el mayor reto para mí en el Polo Norte. Estamos sobre un océano y el hielo se rompe con el calor, por eso es posible acabar flotando en dirección contraria al destino que tenemos previsto. Otro desafío es que, en caso de emergencia, sería muy difícil aterrizar porque no hay superficies sólidas. 

Y habrá que ver si soy capaz de transformar el trineo en una piragua para pasar unos días flotando en ella. Las tormentas pueden ser muy violentas, y será interesante afrontar una tempestad en una piragua. Sin duda será una de las expediciones más interesantes porque no se puede calcular nada de lo que puede pasar.



¿Cómo tienes planificada la comida? ¿Te puede llegar ayuda? ¿Te pueden suministrar alimentos desde un avión sin necesidad de aterrizar?

Me gustaría ir sin apoyo ni asistencia, como en la Antártida, porque en realidad así es más fácil conseguir terminar la travesía del Ártico. No quiero que el éxito de una expedición dependa de los suministros que reciba por aire. Prefiero utilizar mis conocimientos y mi experiencia. Børge Ousland me acompañó al Polo Norte en el invierno de 2006. Se ha puesto en contacto conmigo para acompañarme en esta travesía, ya que esta vez es en verano. Si me acompaña, es más probable que la expedición sea un éxito.

Los osos polares no se comen la carne de las focas que cazan, así que si me quedo sin comida, siempre puedo echar mano de lo que cazan los osos polares. Es un método que ya he utilizado anteriormente, y funciona muy bien. No creo que mucha gente se plantee esta opción a la hora de cruzar el Ártico. Solamente hace falta saber buscar osos polares, y para eso basta con ver los pájaros que vuelan a su alrededor. También existe la posibilidad de pescar.

El mayor problema es el agua potable, ya que el hielo está formado con agua salada del mar. No siempre es fácil buscar agua dulce en el Ártico. Hay que mirar el color del hielo para ver si es dulce o salada. Los bloques de iceberg que se desprenden de los glaciares en Groenlandia son de agua dulce. Cuando te encuentras agua que puede ser potable, hay que romper los bloques de hielo para transportarlos en el trineo.


Mike Horn prepara el equipaje (Pole2Pole)


¿Qué consideras tu hogar, y dónde tienes tu casa?

¿Sabes una cosa? Mi casa es el planeta Tierra. Al menos que yo sepa, yo la considero mi hogar. Claro que también me encanta volver a Suiza, cerrar la puerta y disfrutar de los pequeños placeres domésticos de la vida. Aunque no necesito la comodidad de una casa, está bien eso de sentirse seguro y no tener que dormir con un ojo abierto por si a un oso polar se le ocurre meterse en la tienda o por si el viento la destroza. 

Me gusta volver a Suiza y pasar tiempo con mis hijas, claro. Me ayudan mucho con lo que hago día a día y nos sentimos muy próximos, pero poder verlas en un entorno más relajado que ellas consideran su casa... ¡eso es mi hogar! 

También considero mi casa cualquier lugar donde me sienta feliz, y en este momento mi velero puede ser mi casa. Ahí es donde estoy a gusto, así me traslado de un continente a otro y de una expedición a la siguiente. Imagínate los lugares más bonitos del mundo en los que te gustaría tener una casa; pues bien, yo puedo ir a todos esos sitios con mi barco, y por eso pienso que mi casa ahora es el planeta. Me dedico a viajar de un lugar a otro, y en todas partes me siento feliz, me siento en casa. 

 

La entrevista se ha editado para que sea más corta y más directa.


Isla Sur de Nueva Zelanda