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Cuando sales con la bici con Margus, el principio y el final suelen ir bien, pero entremedias puede pasar de todo.

Siempre empieza cuando te llama por teléfono o te manda un mensaje para venderte la excursión; puede ser la noche anterior, o unos días antes. Si quiere salir a divertirse, deja espacio a la improvisación, pero si tiene una foto en la cabeza, lo lleva todo superpreparado.

Cargamos todo en la camioneta (su Volvo de urbanita va muy bien por ciudad, pero es muy bajo para llevarlo por la montaña). Llegamos a la salida de la ruta, siempre con el mínimo equipaje posible; él suele llevar al menos un par de objetivos y un cuerpo Nikon. Las cervezas las dejamos en un río o en una nevera portátil.

¿Y cómo termina todo? ¡Llego a casa siempre más tarde de lo previsto!  Lo llevo todo mojado, sobre todo las zapatillas, la bicicleta está sucia y nos hemos quedado sin comida. Dejo la ropa sucia al lado de la bici, me ducho, y me voy a la cama directo. 



Salir de aventura, más corta o más larga, siempre acaba así, y de eso se trata. 

Para empezar, 'salir de aventura' solamente significa dejar de controlar determinadas variables que normalmente se llevan controladas.  Cuantas menos variables intentes controlar, mayor será la oportunidad de vivir una aventura. Una salida puede convertirse en aventura por accidente, o también puedes ir a buscar la aventura desde la primera pedalada. Ponerte en una posición de vulnerabilidad, tener más variables que escapan a tu control, salir con mal tiempo, pasar noches en la montaña, los animales salvajes... todos estos elementos pueden subir el factor de aventura.  Superar estas dificultades adicionales es lo que hace estas salidas tan especiales.


Salir de aventura con la bici no es algo que le guste a todo el mundo de primeras. Una vez que ya dominas las técnicas de la bicicleta, es natural buscar experiencias más exigentes.

Esto es precisamente lo que más le gusta a Margus Riga, y su obra es el resultado de este planteamiento. Cada vez que sale con la bicicleta, parece que Marcus quiere hacer el más difícil todavía: ascensos más duros, mochilas más grandes, más fotos y distancias más largas.

Creo que con hacer una “salida a lo grande” ya quedas enganchado. Lo siguiente es planear salidas para hacer noche en la montaña: cargas la bicicleta hasta las trancas, pones el colchón inflable fuera de la mochila, se te pincha, lo arreglas con superglue y a partir de ahí lo guardas dentro de la mochila. Después de ir varias veces a comprar a la tienda de artículos de montaña, ves que el equipo se te queda pequeño. De salidas de una noche pasas a hacer travesías de tres días y te empieza a gustar la comida que viene en bolsas y se calienta con agua hirviendo. Hablar de los perfiles organolépticos del pollo rehidratado a la soja en comparación con la pasta rehidratada al pesto se convierte en una conversación habitual a la hora de la cena.

Y así, cada vez te sientes más cómodo rodeado de incomodidades; Margus lleva 20 años actuando así.


Margus Riga tiene un planteamiento bastante simple de la fotografía: hacer las mejores fotos y luego pedalear más rápido que los amigos ciclistas profesionales. Margus nació en Estonia, se crió en Toronto, pero se adaptó al estilo de vida de la costa de la Columbia Británica (Canadá), donde se mudó a vivir a los 18 años. Es un fotógrafo prolífico con un estilo inconfundible: las fotos de Riga se reconocen desde lejos. En sus fotografías, casi se puede oír el ruido de las cubiertas cuando ruedan sobre las raíces del bosque.

Conocido en el ambiente con su mote de 'Rapaz Riga', es capaz de superar a todos en los ascensos y además encuentra tiempo para buscar la luz perfecta y enfocar a los ciclistas mientras ascienden hasta la posición del fotógrafo. Y tampoco es fácil seguirle el ritmo en los descensos, a veces te preguntas si su nueva Genius tiene acelerador y la lleva en 5ª marcha.



Para Riga, la organización de un viaje de varios días se ha convertido en un arte. Su forma de hacer las cosas es fruto de la experiencia adquirida en aventuras que salen mal y noches gélidas en altitud. Se mueve sin problemas con su mochila de 20 kilos, ya sea para salir una sola noche o para pasar 10 días perdido por ahí. El equipaje que lleva es casi tan grande como él. Su combustible favorito cuando sale a la montaña es lo que se ha empezado a conocer como 'el bocata de Riga', una receta muy simple que ya hemos adoptado casi todos: una barra de pan, embutidos, un queso bien escogido, aceite de oliva y mantequilla, mucha mantequilla. Está muy rico y además aguanta varios días. 


“Rapaz Riga es, sin lugar a dudas, el número uno; no hay mejor compañero para vivir una aventura sin límites en la naturaleza, sobre todo si hay bicicletas de montaña de por medio. Además de ser uno de los fotógrafos más inspirados en el mundillo de la bicicleta de montaña, es un tío duro como pocos, tanto física como mentalmente. Hay pocos fotógrafos de ciclismo de montaña, si es que hay alguno, que se mueva como Margus en los terrenos más extremos, y por mucho que se compliquen las cosas (que con él es lo más probable), siempre lo verás con una sonrisa de gamberro en el rostro. Riga es también un aventurero que está más cerca de los cincuenta que de los cuarenta años de edad, un compañero perfecto para reírnos un rato de nuestros respectivos achaques y dolores y pasar de ellos mientras nos divertimos.”

- Brice Minnigh


La habilidad de Margus con la bicicleta solo la supera con sus fotografías. Sin embargo, para ver sus fotografías es importante tener el contexto adecuado. A lo mejor una foto a doble página es de un lugar perdido en la montaña, el segundo día de una aventura, después de 10 horas a los pedales. Cuando los demás están ya descansando, él sigue trabajando.

Los 20 años de aventuras de Margus y sus amigos en las Chilcotins han dado lugar a varias de las mejores historias que conozco; nieve hasta las rodillas, noches a la intemperie sin estar preparados, encuentros con osos, auténticas odiseas de navegación (unas buenas, otras no tanto), reparaciones increíbles al estilo MacGyver, todo tipo de inclemencias meteorológicas (tormentas, lluvia, relámpagos, granizo). 



Todas esas historias van acompañadas de mis propias experiencias: cada vez que he salido a rodar con él para pasar una noche acampando, siempre ha pasado algo inesperado o imprevisto. Se ha pinchado el camión, hemos tenido tormentas eléctricas recorriendo una arista antes de un descenso de 600 metros hasta el lago Lorna, osos pardos, lluvias torrenciales, nieve, caballos salvajes, carreteras reventadas, averías mecánicas graves con reparaciones de lo más curiosas. De todas esas salidas me acuerdo, tanto de lo bueno como de lo malo.

Cuando te expones a estos elementos, cada salida se convierte en una aventura. Una vez que te pica el gusanillo de la aventura, cuando te acercas demasiado a la línea roja y ves que no te pasa nada, empiezas a buscar ese tipo de aventuras. Riga no había terminado de montar aun su nueva Genius y ya estábamos pensando dónde iríamos a estrenarla. Una prueba rápida en la puerta de casa, unos minutos jugueteando con la suspensión, cargamos las bicis y nos dirigimos al norte por la carretera en busca de aventuras. 


  • Fotos: Margus Riga
  • Vídeo: Max Berkowitz
  • Texto: Kevin Landry