El que trazó la ruta siguió trabajando, y en poco tiempo ya teníamos una conexión por arriba, Tramp Stamp. Luego, otros trazaron un recorrido a una zona que conocíamos como Pretty Slabs, donde también se trazaron recorridos de montaña específicos para bicicleta a altitudes más bajas. Pronto surgieron problemas algo delicados con la gestión de los terrenos, se cerró la cancela de entrada, y la zona pasó a ser de uso exclusivo para bicis. Bueno, para bicis o para helicópteros…
En verano de 2015, atamos dos puñados de bicicletas con una cuerda, las colgamos del helicóptero y nos dirigimos volando a la cima en compañía de 12 amigos procedentes de todo el mundo. Era la primera vez que subíamos a este recorrido en helicóptero para bajar desde la cima, la expectación era increíble.
Aterrizamos en territorio alpino, a nuestros pies teníamos el océano, y entremedias apenas se percibía un sendero que serpenteaba por los prados; ¡no se puede pedir más! Con toda la ilusión del mundo, empezamos a bajar por terreno alpino, cruzamos bosques, bajamos por una pendiente de marga increíble, y luego por una pendiente todavía más pronunciada.
Bajar por esas rampas tan empinadas era más parecido a esquiar que a montar en bici. El descenso era continuo, una rampa tras otra, y luego más rampas. Tuvimos que detenernos varias veces para admirar el esfuerzo físico sobrehumano de subir por estos tramos a bordo de una moto de trial. Tras varias horas de ruta, llegamos a la cabaña de la que partían los recorridos específicos para bicicleta de montaña. Todavía nos quedaban 3 rutas por recorrer, con casi 1000 metros de descenso hasta el océano.