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Historias de los últimos preparativos para el triatlón más famoso del mundo


Jan van Berkel se dispone a participar en el Campeonato del Mundo de Kona por segunda vez tras 2015. El año pasado fue una experiencia de aprendizaje, y ahora quiere demostrarse a sí mismo de qué es capaz en la carrera más importante de la temporada.  Este año decidió culminar su preparación en la isla y voló a Kona nada más terminar el mundial de 70.3. Compartió varios entrenamientos clave con el compañero de SCOTT Sebastian Kienle.

En una salida en bicicleta con Sebastian, Jan chocó con una piedra cuando rodaba a 50 km/h. Reventó la cubierta delantera y no pudo evitar la caída.

Sebastian iba detrás y consiguió esquivar a Jan; por suerte, Jan cayó en la cuneta de la carretera, porque había un coche a punto de adelantar a los dos ciclistas. Las erosiones en la piel eran tan graves que tuvo que cambiar casi por completo su plan de entrenamiento a tan solo dos semanas de la competición. 



Después del accidente, Jan estuvo dos días sin poder nadar debido al riesgo de sufrir una infección en las heridas abiertas. Tampoco pudo montar en bicicleta por carretera, porque tenía las palmas de las manos destrozadas. Tenía que seguir entrenado, así que se buscó una bici estática y se puso a entrenar en el balcón de su piso.



Por suerte, las heridas sanaron bastante rápido y Jan pudo volver a entrenar en exteriores, aunque todavía tuvieron que pasar unos días hasta que pudo nadar. “Cada uno te recomienda una cosa distinta. Unos te dicen que salgas a nadar en el mar, que te ayudará a cicatrizar las heridas. Otros te dicen que te alejes del agua mientras no estén completamente cerradas las heridas. Hablé con mi médico deportivo de Suiza, y me dijo que no nadara hasta que la piel no se hubiera recuperado”, comenta Jan. 



En uno de sus últimos entrenamientos de larga distancia sobre la bici, Jan recorrió la escalofriante carretera conocida como Queen-K Highway. La Queen-K tiene cada vez más tráfico a medida que se acercan los días de la competición y son más los triatletas que entrenan en el recorrido de la prueba. Tras pasar el helipuerto, Jan pasó por el pueblo de Waikoloa y se dirigió a la carretera 190 hasta Waimea. A partir de ahí siguió la carretera hasta Hawi, a mitad del recorrido de 180 kilómetros del tramo de ciclismo. 


“Ha sido una magnífica idea venir a entrenar a aquí”, comenta Jan.

Con el clima tropical de esta isla, parece imposible poder terminar un triatlón de distancia completa.

La aclimatación es esencial. “Si entrenas mucho, ya estás acostumbrado a beber mucho líquido, pero aquí es completamente diferente”, explica Jan cuando nos habla de su consumo de agua y bebidas isotónicas. 



Hawái evoca imágenes de playas de arena blanca, surfing con olas enormes y calor tropical. Sin embargo, el punto más alto de la Isla Grande está a 4205 metros sobre el nivel del mar, casi la misma altura que el famoso Cervino suizo. Gracias a esta altitud, la Isla Grande presenta 11 de las 13 zonas climáticas del planeta. Hay mucho por descubrir en una isla tan pequeña.



Recuperando fuerzas con alimentos de la isla: un smoothie de mango frío y un trozo de plan de plátano llenan el depósito para volver a casa.



Salir a correr con el atardecer más bonito del mundo: al caer la noche bajan un poco las temperaturas, y muchos triatletas eligen terminar la jornada corriendo junto al mar.



Correr sin camiseta (luciendo palmito) en Ali’i Drive en Kailua-Kona no es nada especial a pocos días de la carrera; ¡es algo obligatorio para todos los participantes! 



Lo bueno de salir a correr por Ali’i Drive es que puedes saludar a los otros competidores, y de paso ver en qué forma llegan a Kona: Jan saluda al triatleta profesional alemán Boris Stein.



Cada vez son más los triatletas que optan por salir a nadar directamente desde el “embarcadero”, en el centro del pueblo, y por eso otros atletas buscan lugares alternativos para entrenar en aguas abiertas. Dos semanas antes de la carrera, Jan tiene la suerte de que lo acompañe su hermana, nadadora olímpica, para darle caña en los entrenamientos de natación. 



“¡Ahí va! ¿Y eso qué es?” Hay momentos en que parece que se te para el corazón. Cuando nadas en mar abierto, te das cuenta de que no puedes tener todo bajo control. Te quedas de piedra. 


No se te para el corazón, más que miedo es la impresión que da. Nadar con delfines es una experiencia única, incomparable.



Tras pasarlo mal en los últimos entrenamientos, Jack vuelve al agua y a la competición. Es la semana de la carrera, los nervios están a flor de piel y toda la comunidad está ansiosa porque llegue el día de la prueba.