We have a more suitable website version for you. Please confirm your country to get the right product availibility and even purchase online.

Información sobre las cookies de este sitio web

Utilizamos cookies para recopilar y analizar información sobre el rendimiento y el uso del sitio, para proporcionar funciones de redes sociales y para mejorar y personalizar el contenido y los anuncios.

Obtener información adicional

Información sobre las cookies de este sitio web

Las cookies que este sitio web utiliza están divididas en categorías. A continuación, podrá obtener información sobre las cookies, así como permitir o bloquear algunas de ellas. Cuando desactive las categorías de cookies que previamente hubiera permitido, se eliminarán todas estas categorías asignadas de datos de su navegador. Podrá obtener información adicional en las explicaciones de las categorías de cookies.

Obtener información adicional.



ERIC SENSEMAN NOS LLEVA AL CAMPEONATO DE 50 KM EN CARRETERA DE ESTADOS UNIDOS (USATF)

07 marzo 2016

Campeonato de 50 km en carretera en Estados Unidos: Un reportaje de carrera algo diferente

–por Eric Senseman

 

Esta mañana, en Long Island (Nueva York), la temperatura es de alrededor de 0,5° centígrados o 33° Fahrenheit. O, por lo menos, eso es lo que indica el termómetro del salpicadero del coche que he alquilado. Estoy estacionado sobre la hierba, pero tengo el motor encendido y la calefacción a tope. Cuando pienso en la ironía de la situación, se me escapa una sonrisa; me niego a apagar el motor, a que baje la temperatura, a dejar de estar a gustito en el coche, pero al mismo tiempo saldré, por mi propia voluntad, a recorrer 10 veces un circuito de 5 km, y ahí sí que estoy seguro de que se va a acabar el confort. Si dentro de un rato voy a pasar más de tres horas sufriendo, ¿qué más da pasar ahora otra media hora de frío?

Apago el motor. Dentro de 45 minutos se da la salida del campeonato de 50 km en carretera de Estados Unidos. Pienso en los meses que llevo entrenando, me acuerdo de las sesiones más importantes, me transporto con el pensamiento hasta la carrera que estoy a punto de disputar, me planteo qué sensaciones podría tener, cómo me podría sentir, y me permito el lujo de pasar unos instantes soñando que voy a ganar, voy a triunfar, voy a superar mis expectativas. Me detengo, dejo de pensar en mis quijotescas aspiraciones y aterrizo en la realidad para darme una consigna importante: céntrate en la meta a largo plazo, otra carrera más importante que se disputa dentro de cinco semanas, y guárdate los sueños para esa carrera. Mientras me cambio de ropa, veo el tatuaje que llevo en la pierna; son las iniciales de un amigo que se fue hace ya mucho tiempo. Recuerda por qué estás aquí, reflexiono. Empiezan a aparecer señales de disconfort, tengo la piel de gallina y los pelos de punta. Tengo frío.eric-senseman-runningCuando compites en una carrera, la historia no comienza en la línea de salida y termina en la línea de meta. Esta historia empezó como mínimo el pasado noviembre, cuando pasé muchos apuros en la última prueba de la temporada 2015. En ese momento decidí que tenía que comprometerme a entrenar con más rigor y a competir con más inteligencia en 2016. A principios de enero me senté con Ian Torrence y preparé un plan de entrenamiento pensando en el campeonato de 100 km en carretera de Estados Unidos para el mes de abril. Preparar un plan de entrenamiento para correr no tiene mucho glamur que digamos, y tampoco suele ser tema de conversación, por eso es fácil pasar por alto las circunstancias y los matices del plan de entrenamiento de cada uno. La importancia de un plan de entrenamiento sensato es mayor de lo que parece, y eso he tenido que descubrirlo por mi propia experiencia. Como ya he comentado, no es habitual hablar de cómo se prepara un plan de entrenamiento. Ian y yo decidimos que el camino al campeonato de los 100 km pasaba por Caumsett, donde se disputaría el campeonato de 50 km en carretera.

Parece que la temperatura ha subido un poco, ya ha salido el sol, pero no acabo de entrar en calor. Hago varios estiramientos, corro un par de sprints, y me despojo de la ropa de abrigo justo antes de la salida. Ahora vuelvo a tener frío, mucho frío. Me acerco a la línea de salida rodeado de una muchedumbre de corredores, pero no les presto ninguna atención. Estoy concentrado, en un estado de contemplación. Pienso en el amigo que perdí, como hago siempre al principio de todas las carreras. Me recuerda por qué estoy aquí, por qué he decidido someterme a todo el dolor que sufre mi cuerpo cuando corro largas distancias a tope. Lo hago, en parte, porque con el placer no se aprende nada, el confort no nos obliga a aprender. Pero la vida tiene mucho que enseñarnos y tenemos mucho que aprender; si tenemos la inmensa suerte de estar vivos, de no haber sucumbido a una enfermedad, la increíble fortuna de haber nacido... tenemos que pensar en los que ya no están con nosotros y centrarnos en aprender, en intentar las cosas, en fracasar hasta que consigamos triunfar y lograr nuestros objetivos, en atrevernos a soñar y hacer realidad nuestros sueños. Por eso estoy aquí, para soñar y para hacer realidad mis sueños. Suena el pistoletazo de salida y echo a correr.eric-senseman-usatfEn los reportajes de carreras, los corredores suelen contar (de manera prolija y con gran detalle) qué se les pasó por la cabeza durante la carrera, cómo se desarrolló la prueba, qué comieron y cuándo, etcétera, etcétera. A mí eso me parece cansado y carente de interés, así que no voy a aburrir a mis lectores. En pocas palabras: correr una ultramaratón es una experiencia dolorosa, y los ultramaratonianos pasamos la mayor parte de la carrera intentando correr a la máxima velocidad posible al tiempo que preservamos nuestro confort en la medida de lo posible, hasta que al final de la carrera apretamos los dientes y aguantamos todo el sufrimiento que nos hemos causado porque hemos llevado nuestro cuerpo hasta los límites de sus capacidades. Con algo menos de dramatismo, y quizás también con algo menos de incomodidad, eso es lo que me pasó durante la carrera. El resultado fue todo un premio para mí: he batido mi mejor marca en la distancia (3:06:54) y he acabado la prueba en 5ª posición.

Lo habitual es terminar un reportaje de una carrera dando las gracias a los patrocinadores, a la organización de la carrera, a los compañeros con los que competí, y cosas por el estilo. Y es justo darles las gracias. Hay que dar las gracias especialmente a Carl, director de la carrera, por su amabilidad, y a SCOTT Running por su generosidad y su apoyo. Pero me gustaría acabar este artículo de carrera un tanto diferente con una cita que me parece adecuada en este contexto:

“Aspiro a plasmar en papel lo que veo y lo que siento de la mejor manera posible y con la máxima sencillez.”

– Ernest Hemingway

Creo que este reportaje de carrera debería aspirar precisamente a eso. He intentado, de la mejor manera posible y con la máxima sencillez, contar lo que vi y lo que sentí en la carrera de 50 km de Caumsett. Tengo que admitir que quizás mi relato no se haya hecho de la mejor manera posible y con la máxima sencillez, pero espero que tú, lector, hayas sacado algo de provecho de todas formas.

Comparador de productos (0/4)