El joven Frischi ya tenía experiencia en cross country cuando se empapó de todos los conocimientos que le ofreció Ritchey, un auténtico pionero en ciclismo de montaña. Y eso era mucho más que simplemente montar en bici. En su taller de Skyline, Tom enseñó a sus riders cómo soldar los tubos de los cuadros con latón y con costuras en ángulo. Es más: incluso dejaba que los riders participaran en la fabricación de los cuadros que posteriormente utilizarían en la competición. Los riders no solo tenían que competir en las bicicletas, sino que además tenían que fabricárselas para así conocer a fondo todos los detalles técnicos de sus monturas.
Por aquella época, Tom tenía 34 años y tenía tan buena forma física que participaba en todos los entrenamientos de sus profesionales.
Mientras los riders se empapaban de sus conocimientos técnicos y su experiencia, Tom a su vez aprendía de los riders y siempre les pedía sus opiniones y sus sugerencias.
El deporte del ciclismo de montaña estaba en fase experimental en los años 90 y, a diferencia del ciclismo de carretera y el cross, nada era imposible.